Dormir es un verbo irregular

Mayo, 2006

Eso me dijo el divulgador Javier Crúz (sí, este Cruz lleva acento y z). Nada más cierto. El primer mes mi cama fue el lugar más acogedor del mundo. Era como si el colchón me abrazara en cuanto me recostaba y apenas ponía la cabeza en la almohada, caía dormida. Quince minutos después Pedrito León llamaba desde muy lejos, entre sueños. Pero no era un sueño, había que levantarse alimentarlo, cambiarlo, entretenerlo, por media hora o dos horas, nadie sabía. Luego la paz por 35 minutos o 70 no importa, siempre parecía muy poco, y otra vez cambiar, alimentar, entretener. Mi fantasía era dormir dos horas seguidas. Eso implicaba que Pedrito no pidiera comida durante dos horas. Imposible.

Creo que este es uno de mis grandes retos como mamá. Yo duermo y duermo bastante. A veces nueve horas no me son suficientes. Pero entonces hubo que pepenar el sueño aquí y allá. Para la 5a. semana ya me había acostumbrado. Con unas seis horas de dormir a lo largo del día lograba ser funcional y  a veces, hasta sentirme descansada. 

Pedro papá es lo contrario. Insomne. Si se dormía antes de las 11 de la noche, a las 4 de la mañana estaba despierto. Incapaz de dormir otra vez se levantaba a escribir, leer o ver la tele. Entre más ansioso estuviera por un proyecto menos dormía. Y entonces llegó Pedrito León. Y Pedro andaba de arriba para abajo todo el día, encargándose de las compras, cuentas, comida, casa, mujer, hijo, etc. Para las 11 de la noche estaba tan cansado que dormía ocho horas seguiditas y si se podía, un poquito más.

Ahora, siete meses después del nacimiento de Pedrito León, él duerme unas diez horas durante la noche. Nosotros no, porque de todos modos pide comida mientras duerme. Come sin despertarse y vuelve a acomodarse. Si tenemos suerte no pide comida hasta tres o cuatro horas después. Una lata, pero no hay queja. Basta verlo sonreír al despertarse mientras nos mira con esos ojos que destilan vida, entonces no importa si dormimos una hora o toda la noche, un tsunami golpea el corazón y nos reanima.

 

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