Segura
ORCID ID: 0000-0002-2240-2452
Aunque Antígona nació en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, la registraron como si hubiera nacido en la Ciudad de México. Pasó sus primeros años rodeada de libros y cuando era niña quería estudiar muchas cosas: biología, arqueología y egiptología. Esta última área le gustaba tanto que aprendió a escribir jeroglíficos.
Su madre fue una influencia importante en su infancia, pues le compraba libros de ciencia para niños, que en esa época eran difíciles de conseguir además de caros. También la llevaba a museos, pues sabía que su hija disfrutaba la ciencia.
En los años ochenta solamente había dos museos de ciencia en la Ciudad de México: el Museo de Historia Natural y el Museo Tecnológico de la CFE. La visita a estos espacios fomentó el gusto de Antígona por la ciencia.
En la adolescencia Antígona admiraba a Sor Juana Inés de la Cruz, quien le parecía un personaje muy interesante, y le encantaba leer sus poemas. Casualmente, el lugar donde cursó la secundaria llevaba el nombre de la poetisa, por lo que las maestras frecuentemente hablaban de su vida y obra.
Antígona se empezó a interesar en la Astrobiología cuando leyó el libro Cosmos, de Carl Sagan, después de ver la serie de televisión que llevaba el mismo nombre.
Por aquel momento entró a una olimpiada de matemáticas, y ahí descubrió que se le facilitaban y le parecían divertidas. Dudaba sobre qué estudiar, pues no había una carrera de astrobiología. Finalmente se decidió por la física, pues si estudiaba dicha carrera después podría especializarse en un área relacionada con la biología o con la astronomía.
Así, estudió la licenciatura en Física Teórica en la Facultad de Ciencias de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, de 1990 a 1994. Sus materias preferidas eran las de mecánica cuántica.
Tuvo muchos buenos maestros, entre ellos, Pedro Villaseñor González, quien daba clases muy bonitas y era muy paciente, y Pedro Alvarado, quien daba unas clases muy rápidas e interesantes.
Antígona recuerda que su familia no entendía muy bien lo que se hacía en la carrera de Física y siempre tenían dudas sobre lo que estaba aprendiendo. Sin embargo, no le impidieron estudiar dicha carrera pues ellos mismos la habían impulsado a ser científica. Ella fue la única mujer de su generación y también la mejor estudiante.
El 21 de octubre de 1994 se tituló con la tesis Polarizabilidad de Mie en tres diferentes teorías de Campo Medio, asesorada por el doctor Pedro Villaseñor González.
Por otra parte, durante la carrera escuchó una charla sobre astronomía impartida por el doctor Miguel Ángel Herrera, astrónomo y divulgador de la ciencia. Le gustó tanto que en ese momento decidió continuar con una maestría en esta área. Así, se inscribió en la Maestría en Ciencias (Astronomía) que cursó en el Instituto de Astronomía de la UNAM, de 1995-1997.
Antígona no tuvo tutor durante la maestría, pues se graduó por exámenes generales. Su recuerdo de esa época es que había muchas mujeres en su generación y se reunían para platicar y trabajar en equipo.
Posteriormente, continuó con el doctorado dentro del Posgrado en Ciencias de la Tierra en la UNAM. Su trabajo estuvo centrado en la posibilidad de que se formaran moléculas orgánicas, importantes para la vida, en los volcanes de Marte.
Realizar dicho grado fue complicado por varias razones. La primera fue que a Antígona le tocó la huelga de la UNAM, lo que dificultó sus estudios. La segunda fue que cuando inició el doctorado ya estaba casada, entonces, y a pesar de que tenía un discurso muy independiente, ella estaba a cargo de muchas cosas en su casa, además de estudiar. Esto hacía que sus días fueran muy pesados.
El paso de la maestría al doctorado fue difícil porque en el Instituto de Astronomía le dijeron que su área de especialización no pertenecía a la astronomía, y por lo tanto no podía hacer el doctorado ahí. Por ello, se cambió al Doctorado en Ciencias de la Tierra y realizó su investigación en el Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM. El ambiente del nuevo instituto le pareció hostil, comparado con el del Instituto de Astronomía, porque había muy pocas mujeres, pocos espacios para estudiantes, e incluso había menos baños para mujeres que baños para hombres.
Finalmente logró concluir el doctorado exitosamente y titularse con mención honorífica el 30 de noviembre de 2001 con la tesis titulada Fijación de Nitrógeno por Relámpagos Volcánicos en el Marte Primitivo, asesorada por el Dr. Rafael Navarro González.
Al finalizar el doctorado realizó dos estancias posdoctorales. La primera fue en la Universidad Estatal de Pensilvania, de octubre de 2002, a mayo de 2005. La segunda fue en el California Institute of Technology (Caltech), para hacer un proyecto del Jet Propulsion Laboratory de la NASA, de julio de 2005 a noviembre de 2006. Al final de su estancia en Pensilvania se embarazó y tuvo a su hijo en California.
Fue una de las etapas más difíciles de su vida, y no disfrutó la maternidad, pues tenía que cumplir con su trabajo posdoctoral y también con el cuidado de su hijo. Aunque el papá se quedó a cuidar al bebé en la casa, ella tenía que atenderlo durante toda la tarde y noche. Para ella fue muy complicado continuar con su trabajo teniendo un hijo.
En 2006 la Dra. Antígona Segura se incorporó al Instituto de Ciencias Nucleares de la UNAM como Investigadora Asociada “C” de Tiempo Completo, dentro de un programa para incorporar mujeres a la ciencia. Una de las personas que apoyó su contratación fue el Dr. Alejandro Frank Hoeflich, quien en ese momento era director de la dependencia.
Desde 2016 es Investigadora Titular “B” de Tiempo Completo Definitiva en el ICN. Su trabajo consiste en hacer investigación sobre habitabilidad planetaria. Además, recientemente participó en la creación de un dispositivo para hacer estudios de meteórica, en colaboración con la Dra. Karina Cervantes y el Dr. Alfred U’Ren. También se ha dedicado a cuestiones de género y ciencia, y a estudiar los mecanismos que alejan a las mujeres de la ciencia. Una de sus mayores satisfacciones es tener un trabajo que le gusta, aprender cosas nuevas todos los días, y ver crecer a las nuevas generaciones.
Al principio de su carrera, el mayor reto era llevar la carga de lo que se esperaba que debía ser y hacer como mujer. Esto cambió después de divorciarse del padre de su hijo, conocer el feminismo y reconocerse como lesbiana. Ahora, sus mayores retos son combatir los sesgos de género y la misoginia. Ella quisiera ver que las cosas cambian en el ICN, que se incorporen más mujeres, y que puedan trabajar en un ambiente agradable.
También le gusta ver series dentro de este género como Star Trek Discovery, y las películas de superhéroes. Además, participa en un grupo llamado El Cúmulo de Tesla, en el que colabora con escritoras y científicas en proyectos que entrelazan la comunicación de la ciencia con la ciencia ficción.
Por otra parte, la entretienen los programas de suspenso y de abogados, como The good wife. Su obra de arte preferida es El jardín de las delicias, de El Bosco.
Entre los géneros musicales que más escucha están la salsa y la cumbia para bailar, la trova, el rock pop, algunas piezas de música clásica, y el jazz cantado por mujeres, como Billie Holiday. Algunos de sus lugares preferidos son el mar y su casa, pues vive sola casi todo el tiempo.
Si una joven le contara a Antígona que quiere ser astrobióloga, ella le contestaría que “estamos tratando de mejorar las cosas para las siguientes generaciones. Lo más importante es hacer equipo con otras mujeres, para apoyarnos entre nosotras”.
Instituto de Ciencias Nucleares, UNAM. 2021.
Responsable de contenidos: Dra. Carmen Ortega. Página web, diseño e ilustración digital: Mtra. Aline Guevara. Edición de textos: Dra. Gabriela Frías/UCC-ICN. Código original: Ing. Gustavo Gómez Macías/GozDeveloper. Fotografías: A. Guevara/UCC-ICN; Linda Lasky; Adrien Olichon, Ryan Shumway y Josh Rose/Unsplash.