• La presea reconoce la trayectoria de académicos y académicas en Astrobiología, Química de Plasmas y Estudios Planetarios.
“Cuentan que había una niña que a los dos años miró un cielo totalmente oscuro y tapizado de estrellas y se echó a llorar. Esa niña fui yo y aunque no lo recuerdo quiero pensar que lloré de emoción ante la maravilla de un cielo estrellado”, narró emocionada la doctora Antígona Segura Peralta, tras recibir la primera medalla Rafael Navarro González.
Este galardón que otorga el Instituto de Ciencias Nucleares busca rememorar al científico que corrigió unos cálculos de la NASA y distinguir a académicos y académicas que han hecho aportaciones relevantes al estudio de la Astrobiología, Química de Plasmas y Estudios Planetarios.
Ante un auditorio lleno de colegas, amigos y familiares, Segura Peralta expresó “no sé qué tanto me marcó aquella noche, pero si recuerdo que quería ser arqueóloga, astrónoma, bióloga, escritora hasta que supe que existía algo llamado exobiología que reunía la comprensión del fenómeno de la vida con el estudio de planetas y estrellas. Entonces decidí que sería exobióloga, pero nadie sabía decirme cómo”.
La primera galardonada con la Medalla Dr. Rafael Navarro González, la Dra. Antígona Segura Peralta (fotografía: DGCS-UNAM)
Buscando su camino encontró que amaba las matemáticas, que le gustaba más la biología que la física, pero que esta última era la mejor opción para estudiar una licenciatura, considerando que seguía sin saber cómo ser exobióloga.
Ya en la carrera de física finalmente se decidió por la astronomía, pero siempre pensando en que un día se dedicaría a la exobiología. Entró a la maestría en el posgrado de astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México en 1995, justo en el año en el que se encontró el primer planeta alrededor de otra estrella similar al sol, es decir, el primer exoplaneta.
“En la entrevista para entrar al posgrado dije que quería estudiar exoplanetas y me dijeron que tenía dos años para cambiar de opinión. No sólo no cambié de opinión, sino que seguí buscando cómo ser exobióloga. Entonces me enteré de que la exobiología ahora era conocida como astrobiología y que a sólo un par de institutos de distancia un joven investigador, en cuyo honor se ha creado la medalla que hoy recibo, Rafael Navarro González acababa de montar su laboratorio dedicado a la astrobiología y a las ciencias planetarias”.
El Dr. José Jiménez, Jefe del Departamento de Física de Plasmas y de Interacción de Radiación con Materia, la odontóloga Fabiola Aceves, esposa del Dr. Navarro, la Dra. Pilar Carreón, Directora del ICN y el Dr. Fernando Ramírez, Secretario Académico del ICN.
Nostálgica recordó que le escribió, preguntando si tenía un proyecto para una astrónoma y el doctor Navarro González le ofreció la posibilidad de estudiar la química que podría dar origen a la vida iniciada por relámpagos volcánicos en Marte.
En el posgrado de astronomía este proyecto no les pareció nada astronómico y ante la disyuntiva de cambiar de proyecto o cambiar de posgrado, la doctora Antígona Segura ingresó al doctorado en el posgrado en ciencias de la Tierra y se mudó al ICN en donde encontró al recién formado grupo de investigación liderado por Navarro González: “Había personas de química, biología, y ciencias planetarias. Aquí aprendí por primera vez lo que era la investigación multidisciplinaria”.
Señaló que sin proponérselo ni imaginárselo llegó a hacer química experimental, a llevar clases de geoquímica y de vulcanología, a recoger rocas (como era una de sus pasiones de niña) y a entender lo que éstas cuentan acerca de la historia de nuestro planeta: “Debo confesar que nunca abandoné mis otras pasiones, yo quería ser escritora así que decidí que escribiría sobre ciencia y tenía que hacerlo bien. En el primer año del doctorado cursé también el diplomado de divulgación de la ciencia y me involucré en la consolidación de la Sociedad Mexicana de Astrobiología, SOMA, que por más de 20 años ha acercado a estudiantes y público en general a la astrobiología y que ha sido el punto de encuentro de la comunidad académica mexicana dedicada a esta ciencia”.
Familiares de la Dra. Antígona Segura Peralta, así como amigos, colegas y autoridades del Instituto de Ciencias Nucleares, acompañados por familiares del Dr. Rafael Navarro González. Un evento lleno de recuerdos y legados.
Cuando finalizó el doctorado trabajó unos meses como reportera en la Academia Mexicana de Ciencias. En su calidad de reportera fue a Oaxaca a un congreso internacional sobre origen de la vida: “Mi objetivo era hablar con James Kasting, el pionero del concepto de la zona habitable, para hacer una estancia posdoctoral con él. Finalmente, conjugaría mi pasión por la programación con la astrobiología. Así fue como llegué a Penn State University a realizar mi primer posdoctorado estudiando a la Tierra como modelo para detectar vida en planetas alrededor de otras estrellas. Kasting colaboraba con la doctora Victoria Meadows quien es la fundadora y directora del Laboratorio Virtual de Planetas, un proyecto que en ese entonces era parte del Instituto de Astrobiología de la NASA”.
Recordó que Vikki, como todo el mundo la llama, le ofreció una plaza postdoctoral en el Jet Propulsion Laboratory de la NASA, al otro lado de los Estados Unidos: “De la doctora Meadows aprendí mucho de ciencia, de cómo administrar un grupo de investigación con más de 30 personas con las más variadas especialidades y personalidades, hasta la forma de apoyar a quienes nos iniciábamos en la investigación científica. Mientras todo esto sucedía me enfoqué en mi siguiente objetivo, trabajar como investigadora en la UNAM. Un lunes 13 de noviembre de 2006, me despedí del JPL y el 15 de noviembre inició mi vida académica en la UNAM, en el Instituto de Ciencias Nucleares”.
En esta nueva aventura fuí aprendiendo a fuerza de errores y aciertos, cómo cumplir todas las obligaciones de una investigadora de tiempo completo: atender estudiantes, dar clases para las que no existían programas, evaluar proyectos, hacer proyectos, evaluar artículos, escribir artículos, todo esto sin dejar su pasión por la comunicación de la ciencia, una actividad que entonces no era muy apreciada, así como tampoco lo era su área de trabajo, a pesar de que la calidad de la investigación del doctor Rafael Navarro González, pionero de la astrobiología en México, era indiscutible.
“Si bien, cumplí con muchos de los objetivos que me propuse todavía tengo cosas pendientes. Todos los meses recibo correos electrónicos de jóvenes que quieren hacer astrobiología, sin que me sea posible atender a todas estas solicitudes. A pesar de que la astrobiología y las ciencias planetarias son áreas pujantes a nivel internacional, en México todavía somos muy pocas las personas que nos dedicamos a ellas. Espero que esta medalla, no sólo sea un incentivo para la pequeña comunidad que hoy nos dedicamos a estas áreas, sino que también sea el inicio de un impulso claro para fomentar estas investigaciones”.
Para finalizar su emotivo discurso agradeció al doctor Rafael Navarro González quien le abrió el camino y cuyo legado, dijo “espero seguir honrando con mi trabajo”.
En una ceremonia solemne, el doctor Fernando Ramírez, secretario académico del ICN, leyó un poco del extenso currículum de la doctora Antígona Segura y señaló que “es una destacada científica en el campo de la astrobiología y los estudios planetarios, cuyo trabajo ha dejado ya un legado significativo en la investigación científica y la formación de nuevos investigadores en México. Por lo tanto, el Jurado determinó de manera unánime y sin lugar a duda que la acreedora a la Medalla “Dr. Rafael Navarro González” 2024, fuera la doctora Segura Peralta”.
Subrayó que la galardonada ha publicado 34 artículos en revistas indizadas de circulación internacional que tienen más de dos mil citas. De hecho, dos de sus artículos están entre los veinte más citados de la revista Astrobiology, uno de los cuales es considerado uno de los 20 artículos más relevantes para la astrobiología.
En su intervención, la doctora María del Pilar Carreón, directora del Instituto de Ciencias Nucleares, señaló que con esta medalla se busca preservar el gran legado científico que dejó el doctor Navarro González.
Recordó que “el doctor Rafael Navarro González fue un destacado investigador, docente y divulgador de la ciencia, además de un querido colega y amigo… En el ICN fundó el Laboratorio de Química de Plasmas, donde realizó una importante labor teórica y experimental que combinó con la formación de recursos humanos”.
“Fue un viajero apasionado, era inexplicablemente generoso y dejó un vacío en nuestra comunidad, pero también un legado que continuará y será un referente”, subrayó.
Por su parte, la doctora Fabiola Aceves Díaz, viuda de Navarro González, expresó que su esposo era un apasionado de su trabajo. “Tenía el don de las cosas difíciles hacerlas parecer como fáciles”.